El aprendizaje es un modo de reorganizar las estructuras cognitivas internas de las personas en general y de los adultos en particular, proporcionando un nuevo modo de pensar y actuar.
Para su consecución es necesario que se produzcan una serie de fases fundamentales para la adquisición de los nuevos conocimientos: sensibilización, atención, adquisición, personalización, recuperación, transferencia y evaluación.
Para que sea posible el aprendizaje es necesario que se den unos procesos cognitivos (interpretación de la información), motivacionales (necesidades del sujeto) y afectivos (actitudes que el alumno/ a tiene ante la materia, otras personas o el contexto).
Además es necesario conocer los distintos estilos de aprendizaje para poder desarrollar y planificar de manera más efectivas las actividades educativas.
Todo proceso de aprendizaje debe tender hacia el aprender a aprender, en la medida que debemos conseguir que las personas sean capaces de seleccionar y aplicar las estrategias necesarias que permitan la consecución de sus necesidades de conocimiento.
Las estrategias de aprendizaje son por ello, imprescindibles definidas como las secuencias planificadas de acciones originales para el logro de un aprendizaje específico, que pueden permitir desarrollar los diferentes pasos para acceder, aprender y aplicar los contenidos.
Para poder desarrollar estas estrategias de aprendizaje es necesario conocer las características específicas del conocimiento a aprender y de los sujetos que lo van a aprender; identificar procedimientos, técnicas, destrezas adecuadas, planificar, supervisar y, por fin, evaluar los resultados.
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