sábado, 9 de mayo de 2009

N.F.S. GRUNDTVIG (1783-1872)

Nicholas Frederik Severin Grundtvig teólogo, historiador y escritor que ejerció una profunda influencia en la vida danesa.

Tras numerosas de sus obras pedagógicas se le ha calificado como ‘padre de la educación de adultos en occidente’, por ser la base inspiradora de las escuelas secundarias populares danesas.

En 1814 se habían aprobado algunas leyes que hacían obligatoria la escolaridad.

Grundtvig se dedicó a escribir sobre educación con una mayor intensidad cuando
en la década de 1830 Dinamarca dio los primeros pasos hacia la democracia mediante la creación de asambleas consultivas en las que estaban representados todos los sectores del reino (incluidos los campesinos), con el fin de impartirle la educación adecuada a la clase baja para que pudiera participar eficazmente en los debates.

Antes de escribir sus obras pedagógicas de la década de 1830, Grundtvig había hecho una carrera de clérigo. Grundtvig fue durante gran parte de su vida un predicador al que se le prohibió predicar. Posteriormente fue nombrado capellán en Vartov y le concedieron el título de obispo honorario.

A raíz de las primeras visitas a Inglaterra, durante las cuales Grundtvig tuvo ocasión de observar la educación inglesa, al tiempo que continuaba sus trabajos sobre la mitología nórdica, así como de los cambios radicales acaecidos en la escena política y social de Dinamarca, hicieron que Grundtvig produjera en 1830 una serie de escritos en los que aparece por primera vez la idea de la escuela popular de adultos.

‘Mitología Nórdica’ constituye un ensayo general de lo que más tarde iban a ser los ataques de Grundtvig contra las ‘escuelas para la muerte’, como llamaba a los centros secundarios tradicionales. Aquí ya parecen surgir las ideas de escuela secundaria popular según Grundtvig.
El primer libro de Grundtvig que trata a fondo el tema de la educación es ‘El trébol de cuatro hojas danés’, escrito en 1836 como respuesta a las primeras reuniones de los consejos consultivos provisionales. Su título viene de la distribución del estado en Rey, pueblo, patria y lengua materna (cuatro hojas del trébol). Para Grundtvig la solución consistía en que la voz del pueblo pidiera una escuela secundaria popular danesa en la que todo girara en torno al Rey, el pueblo, la patria y la lengua materna.

Grundtvig se llamaba irónicamente a sí mismo ‘escaldo’ y sostenía que éste era el verdadero maestro del pueblo por su capacidad para despertar y alimentar el amor por la patria y afianzar y enriquecer la lengua materna. De ahí la importancia de los mitos, las leyendas y los poemas en danés en el programa de estudios de las primeras escuelas secundarias populares.

En ‘El trébol de cuatro hojas danés’ (1836) Grundtvig expone sus principales objetivos pedagógicos, que consisten en ‘Conocimiento de la vida’: afirma que el conocimiento debe brotar principalmente de la propia vida de cada persona o por lo menos hay que intentarlo.

‘La escuela para la vida’, en la que esboza los principios de un programa para su proyecto de escuela, Grundtvig describe la ‘enseñanza mutua’ y la ‘reciprocidad viva’ como base de sus objetivos pedagógicos. Por tanto, la Escuela para la vida de Grundtvig debería edificarse sobre tales cimientos.

La ‘reciprocidad viva’ es el eco profano del concepto de ‘palabra viva’. Grundtvig afirmaba que ‘la palabra viva’ no es la enseñanza tradicional, sino el intercambio de experiencias personales entre el educador y el educando; la enseñanza ha de formar parte de las vivencias del profesor y los estudiantes deben responder de manera dinámica, de lo contrario, el saber carece de vida y sólo se transmiten palabras muertas.

Durante la década de 1840, Grundtvig continuó escribiendo sobre la necesidad de crear escuelas populares para adultos en Dinamarca. Durante este mismo período, Grundtvig se volcó más en la organización efectiva de la escuela popular y se preocupó por aspectos concretos como los consejos de estudiantes, la enseñanza mutua y los debates sobre cuestiones de la comunidad danesa. Grundtvig sostenía que si el pueblo iba a intervenir en el destino de Dinamarca gracias a su participación en los consejos del pueblo, sería conveniente que recibiera una formación en materia de autogobierno en las escuelas populares, en las que el organizador (o director), tendría que consultar para todos los asuntos importantes al consejo escolar, cuyos miembros habrían de ser elegidos en su mayoría entre los propios estudiantes.

Actualmente, la participación de los estudiantes en la gestión de las escuelas sigue siendo un aspecto importante en la concepción de las escuelas populares.

La redefinición de las funciones de director como organizador da una idea de lo que Grundtvig entendía por enseñanza mutua. Había que respetar las experiencias de los estudiantes que llegaban a la escuela popular, y descubrir los puntos comunes entre estudiantes y profesores, en lugar de poner de realce las diferencias.

Grundtvig consideró La Academia de Soro el lugar idóneo para aplicar sus teorías pedagógicas. Su establecimiento fue objeto de muchas reformas, que culminaron en 1847 con un decreto real anunciando la inauguración de una escuela de estudios prácticos en el Instituto; al respecto, este autor esperaba que se convirtiera en una verdadera escuela danesa.

Para Grundtvig, las escuelas secundarias populares deberían estar formadas por una mezcla de estudiantes de distintos estratos socioeconómicos de la sociedad y diferentes grupos de edad, dispuestos a reforzar el espíritu de compañerismo y contribuir a materializar su teoría de que nuestra condición común de seres humanos debe prevalecer sobre cualquier creencia política o religiosa.

Además, Grundtvig pese a ser clérigo, partía de la idea de que la enseñanza sistemática de la religión no tenía cabida en la escuela popular y, por lo mismo, en cualquier escuela primaria o secundaria pública, pues estimaba que esta cuestión incumbía únicamente a la Iglesia.

Pero hay una serie de puntos que se repiten en el desarrollo de su pensamiento pedagógico: la fraternidad entre profesores y alumnos que viven y trabajan juntos, aprendiendo unos de otros; la importancia de ‘la palabra viva’; la insistencia en la condición humana común; y, lo más importante de todo, la educación es cuestión de ‘reciprocidad viva’.


Grundtvig no fundó ninguna escuela secundaria popular. Hasta 1851, fecha en que
Christen Kold fundó su escuela, Grundtvig no contó con un discípulo que garantizara el desarrollo del movimiento de escuelas secundarias populares.

Grundtvig no visitó las primeras escuelas secundarias populares hasta 1856, fecha en que participó en la fundación de la escuela secundaria de Marielyst.

Dinamarca, tras ser derrotada por el ejército austroprusiano, perdió la provincia de Schleswig, lo trajo permanentes consecuencias para el movimiento de escuelas secundarias populares. Una de ellas fue la pérdida de Schleswig, que tuvo una gran significación simbólica para el joven movimiento de escuelas secundarias populares.

El término folkelighed utilizado por Grundtvig es una palabra intraducible, pero podemos interpretarla según Peter Manniche como ‘vida comunitaria de la que forman parte todos’. Con esa expresión se alude a la protección de la identidad y de una literatura, una poesía y un modo de vida naturales.


La escuela popular no constituía simplemente una forma de educación profundamente personal que ayudaba a la gente desarraigada a recobrar su sentimiento de seguridad, sino que adaptaba su programa de estudios a los alumnos.

En cuanto a la propia Dinamarca, el tipo de alumnado de las escuelas populares cambió, como cambió la estructura de la sociedad danesa en general. Durante todo el siglo XIX y gran parte del XX, el movimiento de escuelas populares danesas fue considerado un fenómeno rural. Sin embargo, a partir de los decenios de 1950 y 1960 la economía danesa, evolucionó de un sistema agrícola a otro industrial.

Al principio se pensó que las ideas de Grundtvig y la innovación pedagógica de la escuela secundaria popular no sobrevivirían en el siglo XX. Sin embargo, el decenio de 1980 presenció un sorprendente resurgimiento del movimiento de escuelas populares, a pesar de que sus usuarios, en la que figuraban desempleados de las ciudades y refugiados, había cambiado considerablemente.

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